-Tranquila-le dijo al ver lo alterada que estaba.
Helena intentó señalar la mascarilla del oxígeno.-¿Eso es lo que te molesta? Ahora te la quito.
Le pasó delicadamente las manos por debajo de la cabeza y se la retiró.
-¿Mejor?-preguntó con una sonrisa.Helena suspiró aliviada.
-Sí, gracias-intentó decir pero solo le salió un gruñido.-Ten, bebe un poco de agua.
Después de dar un largo trago se aclaró la garganta y probó de nuevo.-Ya, por fin-consiguió decir aunque fue un susurro-gracias.
-De nada, para eso estoy, soy Felisa.La muchacha la contempló detenidamente. Era una mujer de estatura media, tendría unos cincuenta años. Su rostro era afable y alegre, marcado con las arrugas que da la edad. Sus ojos grises, del mismo color que su cabello, transmitían confianza.
-Helena.Intentó sonreír pero solo consiguió una mueca de dolor.
-Procura descansar Helena, el médico vendrá en una hora.
Justo cuando salía por la puerta la joven la llamó.-Felisa, ¿y mi familia? Mis padres y mi hermana…
La enfermera se volvió poco a poco, su cara hablaba por ella.
-Creo que es mejor que recuperes fuerzas antes de recibir noticias.
-¿Están…?-se le quebró la voz antes de terminar la frase.
-Sí. -¿Todos?
-Tu hermana está en coma pero su vida pende de un hilo y tus padres…fallecieron en el accidente-hizo una pausa-¿te acuerdas de lo sucedido?
-Sí.
-Sé que es un gran trauma pero ahora intenta descansar.
La muchacha ni le contestó. Le daba igual todo. Ya no le quedaba nada.
Las semanas pasaron, Helena se recuperaba rápido y en poco tiempo ya estuvo en pie. Felisa intentaba animarla y siempre la acompañaba a ver a su hermana. Annie seguía estable dentro de la gravedad, entre la vida y la muerte.
Una tarde llegó Felisa con la merienda y se quedó con ella,como de costumbre.
-De verdad Feli no hace falta que te quedes, seguro que tienes trabajo.
-Hoy está la cosa tranquila-contestó con una sonrisa.
Nada más sentarse en la silla llamaron a la puerta. Se miraron extrañadas.
-Que raro ¿Quién será?-preguntó la más joven.
-Averigüémoslo.
Dicho esto se levantó a abrir la puerta.
Helena la escuchó girar el picaporte.
-¿Sí?-preguntó Felisa con su habitual tono amable.
No hubo contestación.
Se escuchó un golpe sordo y aparecieron dos hombres vestidos de negro en la habitación.
Helena se levantó de la cama sobresaltada.
-Pero qué hacen-comenzó a preguntar enfadada pero se detuvo al ver la pistola que llevaba uno de ellos y el bulto que había en el suelo.
Felisa.
De repente sonó un disparo y alguien cayó muerto.