domingo, 19 de febrero de 2012

Un adiós temporal.

Bueno lo primero pedir perdón por no haber escrito en tanto tiempo,ni siquiera para avisar de que no voy a continuar subiendo capítulos de Blood Sisters.La razón por la que he tomado esta decisión es que creo que la historia necesita que la reescriba desde el principio y para ello necesito tiempo.No creo que sea un adiós defenitivo,sólo por una temporada,y aunque no retomara la historia me gustaría dar las gracias a todos los que me habéis dado ánimos para continuar,gracias de verdad.
Un beso,la autora.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Capítulo VII

Intentó hacerse la dormida pero no pudo evitar el sobresalto cuando alguien la tocó.

-Deberías de estar dormida.

 Helena se dio la vuelta al reconocer la voz de Alex. Intentó distinguir su rostro en la oscuridad.

-Y vosotros no deberíais hablar de otra persona y yo no digo nada.

Pudo apreciar su sonrisa en las sombras.

-Levanta, nos vamos.

Salió del saco de dormir  con esfuerzo, las heridas que se había hecho al huir dolían.

Alex recogió la cama improvisada, lo metió en la mochila y echó a andar por delante de ella. Era difícil caminar entre las piedras sin tropezar.

Helena no sabía cómo, pero estaban mucho más lejos de las motos que antes.

-¿No te duele el hombro? Te habían disparado.

-Aguanto bien el dolor y Ash me lo ha vendado de todas formas.

No dijeron nada en unos minutos.

-¿Oye no tendrás una chaqueta de sobra?- dijo mientras se frotaba los brazos. Hacía un frío de muerte.

-Ven.-le dijo tendiéndole la mano.

Helena le miró extrañada pero la agarró. Alex la atrajo hacia él con fuerza pero sin llegar a hacerla daño, como siempre.

Estaban muy cerca el uno del otro, mirándose a los ojos. Helena no pudo evitar fijarse en sus labios.

Alex la colocó de espaldas a él, se quitó la cazadora y la ayudó a  ponérsela poco a poco. Con mucha delicadeza le sacó el pelo por fuera, posando los dedos unos segundos de más en su cuello.

Helena iba a girarse y preguntarle por qué estaba haciendo todo aquello cuando Ashley les llamó desde la lejanía.

-¡Vamos! Tenemos que irnos ya.

Él fue el primero en comenzar a andar, no sin antes girarse hacia ella y lanzarle una última mirada. Sus ojos verdes brillaban.


 Ashley estaba en la misma posición que antes, siempre apoyada en su moto.

-¿Y tu cazadora?

-La tiene ella. -contestó Alex.

Helena se dio cuenta de la mirada que le había lanzado Ashley.

Pensando en ello se dirigió a la moto y montó notando continuamente el peso de la cazadora sobre sus hombros. Antes de arrancar se cogió a Alex como antes, sintiendo su cálida piel bajo la fina camiseta.

 Al ver las curvas Helena recordó el accidente. En menos de un mes su vida se había convertido en un auténtico caos. Pensó en su hermana, a lo mejor Alex tenía razón. Con lo peligroso que estaba siendo todo, mejor arriesgar su vida que la de Annie.

La carretera pasó a ser recta, ahora iban mucho más rápido. A ambos lados se podía ver el frondoso bosque. Helena se percató de que Alex temblaba, con mucho cuidado de mantener el equilibrio se quitó la cazadora.

-Póntela, estás temblando de frío.-le susurró al oído.

-No hagas tonterías y póntela tú.-Helena tuvo dificultades para escucharle.

-Muy bien, si tu no la quieres yo tampoco.

Vio de reojo que Ashley,que iba por delante,les miraba y sacudía la cabeza.


La primera bala pasó rozando a Helena. Al principio no supo lo que era…no lo supo hasta que una le acertó en el hombro.


viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo VI

-¿Qué?-preguntó, no entendía nada.- ¿alguien me va a explicar de qué va todo esto?

-Vamos.-fue la única respuesta que obtuvo.

Ashley montó en una de las motos, Alex en la otra. Helena se quedó quieta.

-¿No me digas que te dan miedo las motos?-preguntó el chico.

-Al contrario.

Subió con facilidad detrás de él. Siempre le habían gustado.

-Agárrate fuerte.-le recomendó.

Helena pasó los brazos por su cintura, notando los marcados músculos del abdomen bajo la cazadora. Ashley arrancó primero y se colocó por delante de ellos.

El paisaje se desdibujaba a su paso y el viento azotaba su rostro. El fino pijama de hospital apenas la protegía de las frías temperaturas nocturnas.

A las dos horas de viaje pararon para descansar. Bajaron de las motos, Alex se sentó en una roca y Helena le imitó. Ashley sacó una botella de la mochila que llevaba y se quedó apoyada en su moto.

-¿Dónde vamos?-preguntó a Alex.

Fue Ashley quien contestó.

-A nuestra base.

-¿Vuestra base?

-Sí, ¿no lo pillas o qué niña?

Helena se levantó.

-No, no pillo nada, ¡no sé de qué coño va todo esto!-exclamó alterada.

La otra chica se le acercó hasta quedar a pocos centímetros.

-Menos humos rubita. Lo sabrás todo a su debido tiempo, ahora siéntate y quédate calladita.

Helena la miró furiosa, pensando si merecería la pena pegarle un puñetazo.

De repente, la botella que llevaba Ashley explotó y uno de los fragmentos le hizo un corte en la cara. Por el contrario Helena estaba intacta y seca.

Alex se levantó corriendo, la agarró por los hombros e hizo que le mirara a los ojos.

-Helena tranquilízate.

Ella le miró confusa.

-Pero si yo no he hecho nada.

-Ahí hay una manta y un saco de dormir-dijo señalando un bulto en el suelo-intenta descansar un poco, ya no queda mucho, cuando lleguemos entenderás todo y podrás dormir.

Helena le hizo caso, a lo mejor si descansaba toda esa pesadilla terminaría.



Intentó dormir pero las piedras se le clavaban en la espalda, el saco la agobiaba y no dejaba de pensar en lo sucedido. Cuando decidió levantarse escuchó como hablaban en susurros Ashley y Alex.

-Él estaba medio muerto y ella aterrorizada.-escuchó como decía Alex, sin duda hablaban de ella.

-Pero ¿cómo? Si no tiene ni idea de nada, ¿no la has visto?-contestó Ashley en otro susurro.

-¡Precisamente por eso! Mira lo que ha hecho antes solo porque la has llamado rubita, piensa lo que hará cuando lo controle.

-Entonces según tú la lluvia tan fuerte de antes ha sido por ella.

-Sí.

Pasaron unos minutos hasta que Ashley habló.

-Te…

Helena no pudo escuchar el final de la frase.

Las pisadas de alguien acercándose se lo impedían.

sábado, 15 de octubre de 2011

Capítulo V

Alex se separó con brusquedad de Helena, haciéndola caer.

-Helena, para, me estás empapando.

La muchacha le miró desconcertada.

-¿Qué? Si no estoy haciendo nada…

-Estás llorando.

Helena le miró con odio, se había equivocado, era el idiota que le había parecido nada más saber que no quería matarla.

-¿No puedo? Me han intentado matar dos veces, han matado a la que era como mi madre, un loco me ha agarrado y llevado a cuestas escaleras abajo y he tenido que dejar a mi hermana medio muerta sola. Así que creo que lo que menos puedo hacer es llorar.-exclamó enfadada.

El chico solo sonrío, lo que la irritó aún más.

-Vamos levanta.- dijo tendiéndole una mano ayudarla.

Helena se levantó sola.

-No hay quien te entienda.

-Y todavía no me conoces-dijo riéndose.

Comenzaron a andar hacia el bosque.

-¿Dónde vamos?-preguntó Helena.

-Nos están esperando.

-No pienso ir contigo.

-¿Prefieres quedarte y que te maten?

Ambos sabían la respuesta.

Para cuando llegaron al claro ya había anochecido. Por el camino no habían hablado de lo sucedido, Helena no tenía fuerzas para hacer preguntas que posiblemente no contestaría. Gracias a la luz de la luna llena pudo distinguir que allí les esperaba una chica y a su lado dos motos.

-¿Ya era hora no?-preguntó gritando la desconocida.

-Ha habido problemas.

-Podrías haber avisado ¿no Alexander?

­-Por supuesto, ¿antes o después de que me dispararan Ashley?

Ashley sonrió. Ahora que ya estaban cerca pudo ver que era de la misma edad que Alex, morena, con el pelo largo y muy guapa.

-Esta es Helena.

-¿Ella?

Helena se imaginó la imagen que debía dar, con el pelo desastroso, llena de barro y con un pijama de hospital.

-Sí, ella.-el tono de Alex había cambiado.

Mientras se gritaban, ambos parecían divertidos, incluso con lo del disparo pero ahora que se trataba de ella parecían…solemnes.

-Venga vamos. Se van a preocupar.

-¿Quiénes?-preguntó Helena desconcertada.

Ninguno de los dos respondió.

-No nos quieren tanto.-contestó Alex con el ya habitual tono divertido.

-Puede que a nosotros no…pero a ella sí.

Y ambos miraron a Helena.

jueves, 6 de octubre de 2011

Capítulo IV

Alex cubrió con su cuerpo a Helena para protegerla. Sacó su pistola y disparó a uno, lo intentó con el otro pero le dieron en el hombro, el hombre se preparó para disparar de nuevo, esta vez apuntando al corazón, cuando se desplomó sin vida, Alex había sido más rápido. Ya solo quedaban dos. Mientras uno de ellos le daba un puñetazo, el otro se lanzó a por Helena que intentó escapar pero terminó agarrándola por la espalda.

-¿Dónde te crees que vas, bonita?

Helena le dio una patada en la entrepierna y consiguió liberarse.

-No me llames bonita.

Echó a correr hacia la calle con su perseguidor detrás. Fuera había comenzado a llover.

El hombre la alcanzó y la pegó una bofetada que la tiró al suelo.

-Niñata.

Helena la miró furiosa desde la tierra embarrada, sus ojos eran oscuros como la noche. Cuando se preparaba para pelear, su adversario cayó al suelo gritando. No paraba de tocarse la cara, donde docenas de pequeñas heridas comenzaban a sangrar.



Alex había terminado matando al último de ellos. La gente de la entrada había huido nada más empezar la pelea y no había habido más heridos. El hombro le dolía pero la bala había salido así que se curaría.

No paraba de arrepentirse por el grave error de dejar desprotegida a Helena, para entonces ya podía estar muerta. Aunque había podido comprobar que no necesitaba mucha ayuda cuando le había metido una patada a aquel hombre. Sonrió inconscientemente.

Salió a la calle corriendo. La escena que se encontró no se la esperaba.

 Helena, totalmente seca aunque manchada de barro, doblada sobre sí misma en suelo con un hombre agonizante a sus pies. Se acercó a ella arrodillándose a su lado.

-Helena…Helena ¿estás bien? ¿Estás herida?

La muchacha le miró, su cara era de puro terror. Sus ojos, casi blancos.

-Alex…mátale.-dijo en un susurro.

El chico se separó de ella, cogió su pistola y disparó. Cuando la vida abandonó a aquel hombre volvió al lado de Helena y se sentó a su lado.

-¿Qué ha pasado?- preguntó sin salir de su asombro.

-N-no lo sé-dijo insegura- tú estabas peleando con el otro, este vino a por mí, le di una patada y salí corriendo. Me pegó y caí al suelo, ya estaba lloviendo pero empezó a hacerlo mucho más fuerte entonces…-hizo una pausa-entonces empezó a gritar y la cara comenzó a sangrarle y no paraba de gritar, hasta quedarse sin fuerzas pero seguía respirando y…

-Shh.

Alex la atrajo hacia él y Helena empezó a llorar, a la vez que una fina lluvia caía…como si fueran lágrimas.

sábado, 1 de octubre de 2011

Capítulo III

Uno de los hombres, el  de la pistola, se desplomó sin vida. Antes de que Helena pudiera ni siquiera gritar un tercer hombre apareció en la habitación y disparó al otro. La muchacha retrocedió asustada, no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

El desconocido bajó el arma y avanzó hacia ella. Ahora que veía su rostro pudo apreciar que apenas era unos años mayor que ella.

-No voy a hacerte daño Helena, pero tenemos que darnos prisa van a llegar más.

-T-tu… ¿cómo sabes mi nombre?- preguntó retrocediendo hasta chocar contra la pared.

-Ya habrá tiempo para preguntas pero ahora debemos irnos, si no acabaremos los dos muertos.

Salvó la poca distancia que los separaba y la agarró del brazo arrastrándola hacia la salida. Helena no opuso resistencia, no podía dejar de mirar el cuerpo sin vida de la que había sido como una madre desde el accidente.

-Un momento-dijo parándose en seco en mitad del pasillo-mi hermana, no pienso irme y dejarla aquí.

-Tu hermana está en coma, no podemos llevárnosla, empeoraría.

No dejaba de mirar de un lado para otro, pistola en mano.

-No pienso irme con un desconocido que lleva una pistola y menos dejar a mi hermana pequeña medio muerta sola.

El chico la miró a los ojos.

-Me llamo Alex y ya te he dicho que te lo explicaré todo, pero luego, ahora no hay tiempo Helena.

La agarró del brazo y la arrastró a la fuerza.

-¡Ayuda! ¡Socorro!-comenzó a gritar.

-¡¿Quieres callarte?!-preguntó enfadado.

-No.-contestó desafiante.

-Muy bien.

La soltó…pero solo para cogerla por la cintura y cargársela al hombro.

-¿Pero qué haces? ¡Estás loco!

Ahora que no tenía que arrastrarla iban casi corriendo. La gente al pasar por su lado le miraban extrañados y temerosos pero nadie se atrevía a decirle nada. Helena gritaba y pataleaba. Para cuando llegaron a las escaleras se había dado cuenta de que era inútil.

Alex la agarraba con fuerza pero no la hacía daño.

Bajaron hasta  la planta baja, antes de salir el muchacho la dejó en suelo.

-¿Intentarás escapar?

Helena ni le miró a la cara.

-Helena necesito saber si vas a colaborar o no.

-¿Tengo otra opción?

-No.

Sus miradas se cruzaron y Alex pudo ver que aunque tenía miedo y no entendía nada estaría dispuesta a todo por salvar su vida.

Ocultó la pistola en el bolsillo, la cogió de nuevo del brazo, esta vez con más delicadeza.

Recorrieron un largo pasillo, todo era blanco y la luz de los fluorescentes hacía daño a los ojos.
 Llegaron a la entrada del hospital, estaba llena de gente, intentaron mezclarse entre ellos y alcanzar  la puerta lo más rápido posible.
Cuando ya estaban a punto de salir  cuatro hombres les rodearon.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo II

La oscuridad empezó a aclararse poco a poco. Una luz blanca la deslumbró. Noto una mascarilla alrededor de la boca, intentó quitársela desesperadamente ya que la agobiaba mucho. Lo único que consiguió fueron los pitidos de las máquinas. En menos de un minuto una enfermera estaba allí.
-Tranquila-le dijo al ver lo alterada que estaba.
Helena intentó señalar la mascarilla del oxígeno.

-¿Eso es lo que te molesta? Ahora te la quito.

Le pasó delicadamente las manos por debajo de la cabeza y se la retiró.
-¿Mejor?-preguntó con una sonrisa.

Helena suspiró aliviada.
-Sí, gracias-intentó decir pero solo le salió un gruñido.

-Ten, bebe un poco de agua.
Después de dar un largo trago se aclaró la garganta y probó de nuevo.

-Ya, por fin-consiguió  decir aunque fue un susurro-gracias.
-De nada, para eso estoy, soy Felisa.

La muchacha la contempló detenidamente. Era una mujer de estatura media, tendría unos cincuenta años. Su rostro era afable y alegre, marcado con las arrugas que da la edad. Sus ojos grises, del mismo color que su cabello, transmitían confianza.
-Helena.

Intentó sonreír pero solo consiguió una mueca de dolor.

-Procura descansar Helena, el médico vendrá en una hora.
Justo cuando salía por la puerta la joven la llamó.

-Felisa, ¿y mi familia? Mis padres y mi hermana…
La enfermera se volvió poco a poco, su cara hablaba por ella.
-Creo que es mejor que recuperes fuerzas antes de recibir noticias.
-¿Están…?-se le quebró la voz antes de terminar la frase.
-Sí.


Una lágrima corría por el rostro de Helena.

-¿Todos?
-Tu hermana está en coma pero su vida pende de un hilo y tus padres…fallecieron en el accidente-hizo una pausa-¿te acuerdas de lo sucedido?
-Sí.
-Sé que es un gran trauma  pero ahora intenta descansar.
La muchacha ni le contestó. Le daba igual todo. Ya no le quedaba nada.
Las semanas pasaron, Helena se recuperaba rápido y en poco tiempo ya estuvo en pie. Felisa intentaba animarla y siempre la acompañaba a ver a su hermana. Annie seguía estable dentro de la gravedad, entre la vida y la muerte.
Una tarde llegó Felisa con la merienda y se quedó con ella,como de costumbre.
-De verdad Feli no hace falta que te quedes, seguro que tienes trabajo.
-Hoy está la cosa tranquila-contestó con una sonrisa.
Nada más sentarse en la silla llamaron a la puerta. Se miraron extrañadas.
-Que raro ¿Quién será?-preguntó la más joven.
-Averigüémoslo.
Dicho esto se levantó a abrir la puerta.
Helena la escuchó girar el picaporte.
-¿Sí?-preguntó Felisa con su habitual tono amable.
No hubo contestación.
Se escuchó un golpe sordo y aparecieron dos hombres vestidos de negro en la habitación.
Helena se levantó de la cama sobresaltada.
-Pero qué hacen-comenzó a preguntar enfadada pero se detuvo al ver la pistola que llevaba uno de ellos y el bulto que había en el suelo.
Felisa.
De repente sonó un disparo y alguien cayó muerto.