sábado, 1 de octubre de 2011

Capítulo III

Uno de los hombres, el  de la pistola, se desplomó sin vida. Antes de que Helena pudiera ni siquiera gritar un tercer hombre apareció en la habitación y disparó al otro. La muchacha retrocedió asustada, no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

El desconocido bajó el arma y avanzó hacia ella. Ahora que veía su rostro pudo apreciar que apenas era unos años mayor que ella.

-No voy a hacerte daño Helena, pero tenemos que darnos prisa van a llegar más.

-T-tu… ¿cómo sabes mi nombre?- preguntó retrocediendo hasta chocar contra la pared.

-Ya habrá tiempo para preguntas pero ahora debemos irnos, si no acabaremos los dos muertos.

Salvó la poca distancia que los separaba y la agarró del brazo arrastrándola hacia la salida. Helena no opuso resistencia, no podía dejar de mirar el cuerpo sin vida de la que había sido como una madre desde el accidente.

-Un momento-dijo parándose en seco en mitad del pasillo-mi hermana, no pienso irme y dejarla aquí.

-Tu hermana está en coma, no podemos llevárnosla, empeoraría.

No dejaba de mirar de un lado para otro, pistola en mano.

-No pienso irme con un desconocido que lleva una pistola y menos dejar a mi hermana pequeña medio muerta sola.

El chico la miró a los ojos.

-Me llamo Alex y ya te he dicho que te lo explicaré todo, pero luego, ahora no hay tiempo Helena.

La agarró del brazo y la arrastró a la fuerza.

-¡Ayuda! ¡Socorro!-comenzó a gritar.

-¡¿Quieres callarte?!-preguntó enfadado.

-No.-contestó desafiante.

-Muy bien.

La soltó…pero solo para cogerla por la cintura y cargársela al hombro.

-¿Pero qué haces? ¡Estás loco!

Ahora que no tenía que arrastrarla iban casi corriendo. La gente al pasar por su lado le miraban extrañados y temerosos pero nadie se atrevía a decirle nada. Helena gritaba y pataleaba. Para cuando llegaron a las escaleras se había dado cuenta de que era inútil.

Alex la agarraba con fuerza pero no la hacía daño.

Bajaron hasta  la planta baja, antes de salir el muchacho la dejó en suelo.

-¿Intentarás escapar?

Helena ni le miró a la cara.

-Helena necesito saber si vas a colaborar o no.

-¿Tengo otra opción?

-No.

Sus miradas se cruzaron y Alex pudo ver que aunque tenía miedo y no entendía nada estaría dispuesta a todo por salvar su vida.

Ocultó la pistola en el bolsillo, la cogió de nuevo del brazo, esta vez con más delicadeza.

Recorrieron un largo pasillo, todo era blanco y la luz de los fluorescentes hacía daño a los ojos.
 Llegaron a la entrada del hospital, estaba llena de gente, intentaron mezclarse entre ellos y alcanzar  la puerta lo más rápido posible.
Cuando ya estaban a punto de salir  cuatro hombres les rodearon.

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